Cuando una drag mexicana rompe fronteras, primero ganándose al público en Francia y luego regresando a su tierra para conducir Drag Race México, se sabe que estamos frente a una historia que merece contarse. En el episodio 105 de El Podcast del Momento, junto a Burrita Burrona y Turbulence, Lolita Banana se abrió en una charla que fue mucho más que preguntas y respuestas: fue un recorrido por la dualidad entre Esteban, el chico tímido, y Lolita, la diva que ahora es referente internacional.

De París a México: la fe en una peluca


La conversación arrancó con el tema inevitable: ¿cómo se da ese salto meteórico entre competir en Drag Race France y, en menos de un año, estar conduciendo en México? Lolita confesó la incertidumbre inicial, desde preguntarse si sería la Michelle Visage mexicana hasta la sorpresa del formato de dos hosts junto a Valentina. La respuesta reveló la velocidad con la que el drag puede catapultar carreras y también la vulnerabilidad que hay detrás de cada gran oportunidad.

El precio de ser host: contratos y credibilidad


El podcast no tuvo miedo de entrarle a lo incómodo, preguntando sobre un hipotético “Host vs. The World” y lo que implica para la reputación de cada conductora arriesgarse en un reality. Lolita dejó ver los temores reales de perder estatus si el formato no favorece. Además, confesó que su contrato le prohíbe ser juez en otras competencias como La Más Draga, aunque admitió que la sigue como fan. En esas respuestas queda claro que el drag mexicano e internacional se alimentan mutuamente, pero también viven bajo reglas distintas que marcan límites invisibles.

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Ser juez: más que calificar, proyectar futuro


Uno de los momentos más interesantes fue cuando recordó la final de Drag Race México 2. Ahí explicó que la decisión no se basa solo en los retos, sino en la capacidad de imaginar a esa finalista brillando en un escenario global junto a RuPaul. En sus palabras, la responsabilidad de juzgar no es solo escoger a la mejor de la semana, sino a quien tiene el potencial de convertirse en embajadora internacional del drag mexicano.

Esteban y Lolita: reconciliarse con lo femenino


La pregunta más íntima fue: ¿cómo llegó Lolita a tu vida? Aquí Esteban rompió la coraza y habló de sus resistencias iniciales al drag, del rechazo simbólico de su padre y de cómo ponerse la peluca fue un acto de sanación. Lolita Banana se convirtió en un refugio, en una máscara que terminó revelando, no ocultando, y que le permitió reconciliarse con lo femenino como parte de su identidad.

Bananas digitales y proyectos ocultos


El público también se enteró de facetas poco conocidas: Lolita trabajó para Just Dance, encarnando personajes como Miguel de Coco o incluso apareciendo en una canción de RuPaul. Ese detalle muestra que el drag trasciende escenarios: puede ser cabaret, pasarela, televisión o incluso avatar en un videojuego.

La receta de una reina: autenticidad y resistencia


Cuando se le preguntó por lo que buscan los jueces en Drag Race México 3, Lolita fue directa: no basta con looks; se necesitan drags completas, con comedia, canto, baile y la capacidad de hablar y generar contenido. Pero el consejo más poderoso llegó al hablar de Wendy Guevara: lo que realmente hace que una queen trascienda es la autenticidad. El público puede aceptar una villana o una fashion queen, pero nunca perdona lo falso.

Entre bananas y envidias


La charla cerró con picardía: ¿qué piensan las queens de Drag Race France sobre su éxito en México? Lolita respondió con risas, dejando entrever que sí hay apoyo, pero también un poco de envidia inevitable. Un final perfecto que conecta el brillo internacional con la sombra que siempre acompaña al éxito.

Checa la entrevista completa aquí:

La entrevista no fue solo entretenimiento, fue una radiografía de lo que significa ser drag en el escenario global. Lolita Banana dejó claro que más allá del maquillaje y los vestidos, lo que sostiene una carrera es la resiliencia, la autenticidad y, por supuesto, la banana suficiente para aguantar el peso de la fama.

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