En los últimos años, el arte drag ha conquistado escenarios, pantallas y corazones en todo México. Desde fiestas en bares locales hasta grandes espectáculos en teatros o cadenas televisivas, el drag ha dejado de ser un secreto para convertirse en parte del bagaje cultural contemporáneo. El drag es más que un show: Es trabajo digno

Pero detrás del maquillaje, las pelucas y el vestuario, hay una realidad que muchas veces se ignora: la precariedad laboral que viven lxs artistas drag.

¿Por qué «Si hay drag, hay factura»?

Las, los y les artistas drag —mayoritariamente personas queer, trans y no binarias— enfrentan condiciones laborales profundamente desiguales. Aunque su trabajo exige creatividad, disciplina, inversión económica y un enorme compromiso emocional, pocas veces cuentan con un contrato, un salario justo o acceso a seguridad social.

En México, el drag sigue siendo considerado por muchos como “entretenimiento informal”, lo que facilita su exclusión de los marcos legales de protección laboral. En bares, antros o foros independientes, no hay pago fijo, no hay prestaciones, y muchas veces los ingresos dependen únicamente de las propinas del público. La inversión personal que hacen en transporte, vestuario, maquillaje o diseño escénico suele superar, con creces, lo que reciben por presentación.

Los derechos para la dragversidad

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el “trabajo decente” como aquel que garantiza condiciones justas, seguridad, equidad y posibilidades de desarrollo. El drag, como expresión artística, cultural y política, también merece este reconocimiento. Hacer drag es trabajo, y como tal, debe contar con derechos.

Afortunadamente, en distintas ciudades del país están emergiendo colectivos y redes autogestivas que buscan transformar esta realidad: establecen tabuladores mínimos, crean espacios seguros y exigen respeto por el trabajo drag. Sin embargo, la voluntad política e institucional sigue siendo insuficiente para reconocer formalmente este arte como una forma legítima de trabajo.

Hablar de trabajo decente para la dragversidad no es solo hablar de derechos laborales. Es hablar de justicia social, de inclusión real y de reparación histórica. En un país donde la discriminación hacia personas LGBTTTIQ+ aún persiste, dignificar el trabajo drag es una forma concreta de avanzar hacia una sociedad más igualitaria.

Porque más allá del espectáculo, el drag es identidad, cultura, sustento y resistencia.

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Es hora de que el Estado, el sector cultural y el público en general reconozcan que lo que hoy aplaudimos en los escenarios merece también condiciones dignas fuera de ellos.

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