Guadalajara, Jalisco – Desde la semana pasada, el colectivo organizador del Guadalajara Pride 2025 ha estado en el ojo del huracán, convirtiéndose en el epicentro de un intenso debate dentro de la comunidad LGBTQI+ tapatía. Lo que se perfilaba como una celebración de la diversidad ha mutado en un foco de profunda indignación, destapando problemáticas latentes de segregación, elitismo y una flagrante desvalorización del talento local.
La controversia estalló con la implementación de un sistema de «donativos» para acceder a mejores ubicaciones dentro del Festival Pride. Bajo la premisa de que estos fondos se destinarían a la creación de un espacio comunitario, la iniciativa rápidamente se salió de control.
La percepción generalizada fue que esta estrategia priorizaba a quienes podían pagar más, generando un sentimiento de exclusión y desigualdad. La promesa de un espacio para la comunidad se vio empañada por la realidad de un evento que, para muchos, replicaba las mismas dinámicas de segregación que la comunidad LGBTQI+ tanto lucha por erradicar.
Jueves 29 de Mayo: Donativos
La mecha de la controversia se encendió el jueves 29 de mayo. Esa noche, la comunidad LGBTQ+ de Guadalajara se dio cita en un popular evento drag en el corazón de la ciudad. La atmósfera era de celebración y talento, pero en medio del brillo y el glamour, hubo la presentación de un comercial del Festival Pride.
Lo que parecía una simple estrategia de promoción, incluyendo un «line-up» que anunciaba posibles sorpresas, se vio eclipsado por un detalle al final de la proyección: la mención de una liga para donativos. Aunque en ese momento la idea de aportar económicamente para el acceso no generó una alarma inmediata (muchos lo tomaron como una contribución voluntaria), este sería el preludio de un incómodo episodio que sacudiría a la comunidad.
Al hacerse público el sistema de «aportaciones», quedó al descubierto una clara división en un espacio tan emblemático y, se supondría, público como la Glorieta de la Minerva. Aquello que prometía ser inclusivo se transformaba en un escenario de acceso restringido para quienes pudieran pagar.
La comunidad, tanto a nivel local como nacional, no tardó en reaccionar. Las redes sociales y los espacios de diálogo se encendieron con la indignación, al percibir el sistema de donativos como un acto de segregación. El descontento era palpable: ¿cómo podía el Guadalajara Pride, un movimiento que aboga por la igualdad, replicar dinámicas de elitismo? La narrativa se volvió unánime: el evento, lejos de unir, estaba haciendo que solo algunxs pudieran disfrutar plenamente de una festividad pública, socavando la idea de que el «orgullo era posible para todes».
Sábado 31 de Mayo: La Reunión que desató la tormenta
El creciente descontento de activistas y del público en general escaló rápidamente. Ante la oleada de críticas por el sistema de «donativos» y la segregación en la Minerva, se convocó a una reunión crucial el sábado 31 de mayo. Este encuentro prometía ser un espacio para que la ciudadanía y diversos colectivos expusieran sus dudas sobre la recaudación de fondos y los planes para el supuesto centro LGBT.
Sin embargo, fue en esa reunión donde la situación se tornó aún más sombría. Una pregunta clave emergió de la audiencia, incisiva y directa: «¿Cuánto le pagan al artista invitado en comparación con lo pagado al talento local?». La respuesta de la organización retumbó en la sala como un trueno: un millón de pesos para el artista invitado, contrastado con un rotundo «nada» para el talento local.
Esa simple palabra, «nada», detonó una indignación aún más profunda, revelando una disparidad económica abismal y una profunda desvalorización del arte y el esfuerzo de quienes construyen día a día la escena drag y la comunidad LGBTQI+ en Jalisco. La promesa de un espacio comunitario se desdibujaba frente a una realidad que priorizaba lo externo sobre lo propio. Al finalizar la conversación, los organizadores prometieron tomar cartas en el asunto y tomar decisiones sobre lo charlado ese día.
Lunes 2 de Junio: La retirada del Comité y un «Sueño abandonado»
Mientras la indignación por la revelación de la disparidad salarial se esparcía como pólvora entre la comunidad drag y activista de Jalisco, el comité organizador del Guadalajara Pride hizo un movimiento estratégico el lunes 2 de junio. Publicaron un comunicado en redes sociales que iniciaba con un mensaje aparentemente conciliador: «Orgullo es… escucharnos entre todxs».
En este comunicado, el comité dio un paso atrás significativo, anunciando que la participación en el Guadalajara Pride seguiría siendo completamente gratuita, poniendo fin a la polémica división del espacio de la Minerva y eliminando cualquier solicitud de «donativo». Además, prometieron la devolución de todos los fondos recibidos hasta la fecha y explicaron el destino de lo recaudado el año pasado, asegurando que se entregaría como apoyo a organizaciones y colectivos locales.
Sin embargo, a pesar de estas concesiones, el mensaje dejó un sabor agridulce y fue recibido con escepticismo. El cierre del comunicado rezaba: «Guadalajara Pride y Orgullo Tapatío dejarán el sueño de un centro comunitario en manos de quien decida retomarlo y desee seguir soñando».
Esta frase, lejos de generar empatía, fue interpretada por muchos como una evasión de responsabilidad y una manera de desligarse de un proyecto que había sido el pretexto inicial para la controvertida recaudación. La sensación general fue que, si bien se rectificó en el tema de los donativos, el comité abandonaba un compromiso fundamental, dejando en el aire la aspiración de un espacio seguro y propio para la comunidad.
La voz del Drag: Un grito de apoyo al talento local
Desde aquel turbulento anuncio, la conversación no ha cesado. La indignación por la desvalorización del talento local encendió una chispa de solidaridad que rápidamente se propagó entre artistas drag de Jalisco y de todo el país. Voces influyentes como Gala Varo, Taiga Brava, Horacio Potasio y Unique alzaron sus comunicados, posicionándose firmemente a favor del arte drag tapatío y exigiendo una valoración equitativa para todos los artistas.
Este poderoso respaldo no se quedó solo en palabras. En un acto de notable respeto y apoyo a la comunidad local, el popular dúo Turbulence y Burrita Burrona anunció su declinación a participar en el Guadalajara Pride. Su ausencia del cartel no solo es un gesto simbólico, sino también una presión palpable sobre los organizadores, que ahora, en junio de 2025, se enfrentan a la difícil tarea de reconstruir la confianza y el espíritu inclusivo que se espera de un evento que celebra la diversidad y el orgullo de toda una comunidad en Guadalajara.
El Orgullo en la balanza
La reciente controversia en el Guadalajara Pride nos ha recordado, de forma contundente, que la búsqueda de espacios verdaderamente libres e íntegros para la comunidad LGBTQ+ sigue siendo una lucha activa. Lo vivido en Jalisco no fue solo un conflicto puntual, sino un reflejo de las grietas de segregación y elitismo que, paradójicamente, pueden manifestarse incluso dentro de nuestro propio movimiento.
Esta experiencia ha catalizado el diálogo y fortalecido la voz de quienes exigen una representación justa y equitativa. Es un llamado a la acción para garantizar que el Orgullo sea realmente para todes, sin importar condiciones económicas o niveles de fama.
Es crucial que sigamos impulsando y dándole poder al drag, así como a todo el talento local que, con su arte, esfuerzo y creatividad, ha construido y enriquecido nuestra comunidad. Son ellos la esencia de nuestra escena, y su labor debe ser reconocida y valorada con la misma dignidad.
Que esta crónica no solo registre los hechos, sino que también sirva como un recordatorio de la importancia de la vigilancia, la solidaridad y el activismo constante. Sigamos luchando por espacios donde la inclusión no sea una promesa vacía, sino una realidad palpable.