Se sabe que el espectáculo no siempre está en las pasarelas; a veces también se sube al ring. Y si hablamos de figuras que rompieron moldes a patadas, llaves y besos robados, el nombre de Pimpinela Escarlata brilla con letras rojas y glitter. Mario González Lozano, como lo bautizó el acta de nacimiento en 1988, se convirtió en uno de los luchadores exóticos más icónicos de la AAA, demostrando que la masculinidad tradicional del patriarcado podía tambalearse ante una peluca bien colocada y una llave bien ejecutada.

El origen de una leyenda exótica


Inspirado en pioneros como Adorable Rubí y Sergio El Hermoso, Pimpinela tomó lo mejor de esas raíces y le dio su propio giro. No se quedó solo en la estética: construyó un personaje lleno de carisma, teatralidad y técnica que pronto lo convirtió en referente. Con AAA como su casa, Pimpinela conquistó corazones y también títulos, incluyendo el Campeonato Reina de Reinas (sí, un exótico ganando una corona femenina) y la Copa Antonio Peña. No se trataba solo de ser “el show”, sino de demostrar que el talento no entiende de géneros ni etiquetas.

Aunque Pimpinela Escarlata no es drag en el sentido clásico, su estilo comparte mucho con este arte. Sus vestuarios llamativos, sus ademanes, su capacidad de transformar el ring en un escenario: todo vibra con energía drag. El performance es su arma, los besos robados su provocación y la risa del público su victoria paralela. Cada combate fue más que lucha: fue una declaración política contra un mundo que intentaba encasillarlo.

TE PODRIA INTERESAR: Mamba y Pimpinela Escarlata brillan en el podcast del momento

Visibilidad desde el cuadrilátero


La lucha libre siempre se ha presentado como un espacio de pura “virilidad”, pero Pimpinela retó esa narrativa. Enfrentó discriminación, rechazo y burlas, pero nunca cedió. Su permanencia sobre el ring se convirtió en un acto de resistencia que dio visibilidad a la comunidad LGBTQ+ en un espacio históricamente hostil. Al igual que el drag, su personaje abrió brechas para que otras identidades pudieran ser celebradas y reconocidas.

Hoy, con décadas de trayectoria, Pimpinela Escarlata no es solo un luchador: es un pionero que marcó la historia de la lucha libre mexicana y que sigue vigente en eventos como la Copa Bardahl de AAA. Su figura une deporte, espectáculo y orgullo queer en un mismo cuerpo, demostrando que la identidad también puede pelearse, celebrarse y elevarse al centro del ring.

Sí el drag es protesta, glamour y rebeldía, Pimpinela Escarlata fue su aliado perfecto desde la lona. Entre llaves y lentejuelas, abrió un camino que hoy sigue iluminando tanto al arte drag como a la lucha libre, recordándonos que la verdadera fuerza está en ser auténticxs, incluso cuando el público no estaba listo para aplaudir.

¿El resultado? Un legado inmortal que sigue siendo ovacionado con cada campanazo.

Autor