En el universo del drag, pocas figuras han logrado irradiar tanta belleza, talento y misterio como Valentina Xunaxi. Desde su debut en RuPaul’s Drag Race hasta su papel como conductora en la primera temporada de Drag Race México, la artista ha sido un referente estético y cultural para una generación de fans queer que ha seguido cada paso de su evolución.
Hoy, ese camino se transforma profundamente con una revelación tan íntima como poderosa: Valentina ha salido públicamente como mujer transgénero, adoptando el nombre Muxe de Xunaxi.
Valentina Xunaxi y la fuerza de su identidad muxe
La noticia, compartida en redes sociales el día de su cumpleaños número 34, llegó con un mensaje claro y lleno de dulzura: “Hola a todos, soy Valentina Xunaxi. Hoy es mi cumpleaños. Cumplo 34 años. Llevo un tiempo en transición, en privado, pero hoy quería abrirme y compartir con ustedes… decidí y quise aprovechar este día para declararme como mujer transgénero.” El nombre que hoy abraza, Xunaxi —que significa virgen, diosa y santa en zapoteco— no es un capricho performativo, sino un legado espiritual y cultural entregado por su madre muxe, Elvis Guerra, quien también la ha arropado con huipiles y enaguas tejidos a mano.
Este acto no es menor. Valentina recibió su nombre en un momento sagrado: la Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, uno de los rituales más importantes en la comunidad muxe del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Con esto, Valentina no solo reafirma su identidad de género, sino también se hermana con una tradición ancestral de disidencia de género profundamente mexicana.
En un país donde aún pesa la violencia contra personas trans, Valentina traza un puente entre la modernidad del drag global y las raíces indígenas del tercer género en México.
Una nueva etapa con una comunidad que la abraza
Más allá del gesto mediático, esta transición pública llega con una carga de valentía emocional. En un medio que tantas veces exige imágenes “perfectas” y narrativas digeribles, Valentina no eligió un anuncio grandilocuente. Eligió la ternura, la dignidad, simplemente, decir su verdad. Y lo hizo desde el amor. Como muchas mujeres trans, su tránsito ha sido en silencio, en privado, sin presiones, hasta que sintió que el momento era suyo.
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La comunidad queer y drag ha respondido con un mar de amor, reafirmando a Valentina como una figura profundamente política. Porque salir del clóset siendo trans, y además hacerlo en el espacio de una cultura drag donde a veces se borra o minimiza la experiencia trans, es un acto que visibiliza, educa y empodera.