Cuando pensamos en el Drag en México, solemos relacionarlo con el espectáculo, el maquillaje, las pelucas, el glamour… pero también con resistencia, lucha y una historia profunda que merece ser contada.


Aunque el Drag moderno tiene influencias occidentales, en las culturas prehispánicas ya existían expresiones de diversidad. En rituales religiosos, sacerdotes encarnaban a diosas femeninas, y algunos hombres asumían roles sociales considerados femeninos. Estas prácticas nos hablan de una visión más amplia del género en la Mesoamérica ancestral.

La conquista también se llevó parte del drag

Todo cambió con la conquista. La llegada del catolicismo trajo consigo una moral rígida que condenaba estas expresiones como «pecado nefando». Durante siglos, las personas que vivían fuera de la norma binaria fueron perseguidas. Casos como el de Juan de la Vega Galindo (Cotita de la Encarnación) y Andrés Chan, personas homosexuales y travestis en su época que fueron castigados con la muerte.


Uno de los eventos más emblemáticos ocurrió en 1901: el famoso Baile de los 41, donde una redada policial sorprendió a un grupo de hombres, muchos vestidos de mujer. Aunque se trató de ocultar, este hecho marcó un precedente en la visibilidad del travestismo en México. En el siglo XX, aunque no existían leyes que castigaran la homosexualidad, las prácticas no normativas eran reprimidas y estigmatizadas. En la Penitenciaría de Lecumberri, por ejemplo, había un área especial para recluir a hombres homosexuales, acusados de «atentar contra la moral pública».

El travestismo en México la lucha que aún no se detiene


Aun así, el travestismo comenzó a florecer en la vida nocturna. En ciudades como CDMX, Tijuana, Acapulco y Ciudad Juárez, surgieron espectáculos que desafiaban las normas. Artistas como Mayambé y Xóchitl rompieron moldes, y figuras como Francis, Terry Holiday y Roshell Terranova se convirtieron en íconos del espectáculo transformista.

Francis, por ejemplo, llenó el Teatro Blanquita por 15 años con «El Show de Francis», y llevó su talento a giras por todo México, EE.UU. y América Latina.


La globalización del drag

En los años 90, el Drag mexicano comenzó a globalizarse, influido por el TLCAN y los medios masivos. Pero también se volvió más político. Colectivos como las Hermanas Vampiro usaron el escenario para lanzar críticas sociales, desafiar estereotipos y promover derechos humanos.


Hoy, el Drag en México vive un momento de visibilidad y expansión, especialmente gracias a las redes sociales. Artistas Drag fusionan elementos tradicionales como las catrinas, las adelitas y los ritmos regionales con estética pop y discurso político.

Pero también enfrentan censura. En 2023, un grupo conservador canceló el evento «Cuenti Drag» en la Feria del Libro de Nuevo León, demostrando que el prejuicio aún persiste. Aun así, el Drag se alza como una forma de necroresistencia, una respuesta creativa, burlona y poderosa frente a un sistema que margina lo diferente. Más que solo espectáculo, el Drag es identidad, es política, es comunidad.

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Como diría una Drag mexicana: «No me disfrazo de mujer… Me transformo en quien realmente soy.»

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