Hay artistas que se maquillan para esconder. Otros, como Juliane Mix, se maquillan para mostrarse más. Para ampliarse. Para gritar verdades que incomodan. Para transformarse en arma, en canto, en espacio seguro. Lo que Jorge Lhehu (quien encarna a Juliane Mix) hace arriba del escenario no es drag: es memoria viva. Es pedagogía con pestaña postiza. Es el tipo de arte que se canta, se baila y, sobre todo, se piensa.
Desde los cuatro años Jorge ya andaba cantando, y a los doce ya estaba ganándose la vida entre micrófonos, shows infantiles y escenarios de provincia. Pero como suele pasar con los cuerpos sensibles y afilados, su camino nunca fue recto. Aunque estudió periodismo, la vocación artística lo arrastró con más fuerza que cualquier carrera “formal”. Porque, como él dice:
«El arte no es para elevar egos sino para transformar conciencias».
Ese principio se volvió su religión, y también su refugio. El arte lo sostuvo cuando todo se tambaleó, como cuando perdió al amor de su vida. Pero incluso en ese duelo, Juliane Mix apareció. Como bálsamo, como resistencia y como una posibilidad.
Cuando la peluca no es disfraz, es destino: Juliane Mix
Juliane Mix no nació de una moda ni de un tutorial de TikTok. Nació hace más de una década, cuando Jorge vio Drag Race por primera vez y algo le hizo crack en el alma. Durante años reprimió su deseo de hacer drag, convencido por prejuicios de que eso lo encasillaría o le cerraría puertas en el teatro musical. Aún así, la necesidad de explorar su feminidad no desapareció: simplemente esperó su momento. Un momento que llegó cuando la vida y el casting de «Queen of the Universe» le puso un espejo en frente.

Y aunque no quedó seleccionado, esa oportunidad lo impulsó a dar el paso que llevaba más de una década esperando. Así nació Juliane Mix en el papel, y luego en el escenario, con una estética que combina Barbie, nostalgia, rebeldía y una voz que sacude entrañas. Desde entonces, Juliane ha viajado más que Jorge: París, Las Vegas, escenarios queer y pistas de lentejuela. Juliane comenzó a conquistar con corazón, voz y propósito.

No todo lo que brilla es drag
Porque eso también hay que decirlo: Juliane no es solo performance. Es activismo. Es lucha política. El drag no nació como entretenimiento burgués. Nació de la revuelta, de Stonewall, de la necesidad de habitar el cuerpo sin disculpas. Por eso le duele y con justa razón, que hoy muchas personas se pongan una peluca solo para verse lindas sin entender la raíz de lo que están haciendo. Para él, hacer drag sin sustento es como usar la bandera sin conocer los nombres de quienes murieron por izarla.
Su compromiso no se limita a la bandera LGBTQDrag+, se expande hacia cualquier causa donde la dignidad esté en juego. Ya sea contra la homofobia estructural, el clasismo dentro del gremio artístico o la hipocresía de quienes usan el activismo solo cuando conviene, Jorge responde con acción y presencia. Y deja claro que el drag puede ser hecho por cualquiera, siempre que no se olvide la lucha que le dio origen. Porque para él, hacer arte sin conciencia es tan vacío como un aplauso sin alma.
Y sí, hablamos de los temas incómodos. El conflicto con el “DragaFest” no fue solo chisme de pasillo: Fue una confrontación entre discursos vacíos y compromisos reales. Juliane no se anduvo con rodeos. Señaló lo que consideró apropiación, manipulaciones y luchas de poder donde el drag se volvió excusa para egos, no para comunidad.
No se quedó callado cuando el discurso de “apropiación del drag” empezó a usarse como moneda de cambio. Señaló la incongruencia de criticar a quienes no pertenecen a la comunidad solo cuando el pastel deja de repartirse. Para Juliane, lo verdaderamente grave no es quién se maquilla, sino quién se aprovecha.
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Y en vez de irse, decidió quedarse a defender el espacio. De toda esta batalla, nació The Drag Show, con dignidad, con propuesta, con una apuesta artística colectiva que no perdió calidad ni sentido.
The Drag Show un espacio para cuidar a lxs demás
Pero no todo ha sido fácil. Los ataques, los comentarios en redes, las divisiones internas dentro de la comunidad (esas que duelen más que los hate externos) también han estado ahí. Aún así, Juliane no se victimiza. Trabaja, arma equipos, crea espacios de inclusión donde hay diversidad, chicas, chicos trans, bailarines queer, y talento comprometido de verdad.
The Drag Show no es solo un brunch: Es el manifiesto dominguero de Juliane Mix, donde cada número, cada cambio de vestuario y cada nota cantada en vivo se convierte en un acto de presencia y resistencia. En una ciudad saturada de shows que a veces priorizan el ruido sobre el contenido, The Drag Show apuesta por el arte drag con base, con emoción, con causa. Y talento nacional e internacional.
Es, hasta el momento, el único escenario donde se puede ver a Juliane Mix desplegar todo su universo escénico de manera regular: la Barbie que canta, que confronta, que cura. Recuerda que la próxima edición de The Drag Show se estrena el próximo domingo 2 de noviembre de 2025 con su edición Dragloween.
Juliane Mix: el arte que canta, resiste y se pone peluca por convicción
Juliane Mix no solo canta. Juliane representa la posibilidad de ser muchas sin dejar de ser una. Una que llora, que ríe, que lucha y que no deja que nadie le diga cómo vivir su drag.
Aunque el brunch es su actual trinchera, Juliane no se queda quieta. Vienen nuevas canciones, un EP en camino y la posibilidad latente de aparecer en plataformas internacionales. Porque lo suyo no es moda pasajera: es trayectoria en construcción, con visión de largo plazo y ganas de seguir incomodando a todxs aquellos que quieren oprimirnos.
Y si algún día la vemos en Drag Race, no será para buscar fama, sino para dar voz a las luchas que ya representa desde hace años.